La trufa es uno de los manjares más apreciados en la gastronomía por su aroma intenso y su sabor único. Sin embargo, su alto valor y delicadeza hacen que conservarla correctamente sea clave para aprovecharla al máximo. A continuación, te ofrecemos una guía clara y práctica sobre cómo almacenar la trufa para mantenerla fresca el mayor tiempo posible.
¿Frigorífico o congelador? Depende del tiempo de conservación
1. Conservación en frigorífico (corto plazo – hasta 10 días)
Si vas a consumir la trufa en un plazo corto (menos de una semana), lo mejor es guardarla en la nevera, pero con algunos cuidados:
En papel absorbente: Envuelve cada trufa individualmente en papel de cocina o papel secante. Cambia el papel cada 1-2 días para evitar la humedad, que puede provocar moho.
En un recipiente hermético: Guarda las trufas envueltas en un tarro o tupper bien cerrado. Esto evita que se impregne todo el frigorífico con su potente aroma.
Temperatura ideal: Entre 1ºC y 4ºC.
💡 Consejo extra: Puedes guardar la trufa con arroz para que absorba la humedad, pero ten en cuenta que el arroz también absorberá parte del aroma.
2. Conservación en congelador (largo plazo – hasta 6 meses)
Si quieres conservar trufas por más tiempo, la congelación es una buena opción:
Congelación entera: Lava y seca bien la trufa. Envuélvela en film transparente, colócala en una bolsa de congelación con cierre hermético y congélala entera.
Congelación en láminas o rallada: Otra opción es cortarla en finas láminas o rallarla antes de congelar. Guarda las porciones en porciones pequeñas o separadas para facilitar su uso directo desde el congelador.
⚠️ Importante: No se recomienda descongelarla completamente antes de usar. Mejor rallarla o laminarla directamente congelada sobre el plato caliente.
3. Otros métodos de conservación alternativos
Si buscas opciones más gourmet o quieres experimentar, existen otros métodos:
En aceite o mantequilla: Sumergir la trufa en aceite de oliva virgen extra o en mantequilla clarificada permite conservar su aroma durante semanas. Úsala en platos o para aromatizar recetas.
En sal o arroz aromatizado: Puedes conservarla brevemente en sal gorda o en arroz (que luego podrás usar en risottos, por ejemplo).
¿Cómo saber si la trufa ya no está en buen estado?
Se vuelve blanda, pegajosa o pierde su firmeza.
Aparece moho en exceso (un poco puede limpiarse, pero si está invadida, descártala).
Pierde su aroma o adquiere un olor desagradable.
Conclusión
Para disfrutar de todo el potencial de la trufa, lo mejor es consumirla lo más fresca posible. Si necesitas conservarla, el frigorífico es ideal por pocos días, y el congelador es tu aliado para almacenamiento a largo plazo. Sea cual sea el método que elijas, el cuidado y la atención son claves para preservar este tesoro culinario.